Hiromi Kawakami

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Hiromi Kawakami 1

«No me siento cómoda cuando me dan la razón sin tenerla. Prefiero mil veces que me traten con justicia


¿Quién es Hiromi Kawakami?

Hiromi Kawakami (川上 弘美, Kawakami Hiromi, nacida en 1958) es una escritora japonesa conocida por sus obras de ficción, poesía y crítica literaria. Ha ganado numerosos premios literarios japoneses, como el Premio Akutagawa, el Premio Tanizaki, el Premio Yomiuri y el Premio Izumi Kyōka de Literatura. Su obra, de un sentimentalismo profundo y sencillo, presenta características del realismo mágico influidas por Gabriel García Márquez. Sus libros han sido adaptados al cine y ha sido traducidos a más de 15 idiomas.

Libros destacados:

  • El cielo es azul, la tierra blanca: Una historia de amor, (2001). (novela)
  • El señor Nakano y las mujeres, (2012).
  • Amores imperfectos (Acantilado, 2016).

Generalidades:

  • Fecha de nacimiento: 1 de abril de 1958.
  • Fecha de muerte: -.
  • Nacionalidad: japonesa.
  • Géneros: novela, poesía y cuento.

Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si fuera una planta. Debes abonarlo y protegerlo de la nieve. Es muy importante tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño, deja que se marchite hasta que muera.

Hiromi Kawakami

Vida y obra de Hiromi Kawakami

Kawakami nació en Tokio en 1958 y creció en el barrio de Takaido de la ciudad de Suginami. Se graduó en el Colegio Femenino Ochanomizu en 1980.

Tras graduarse en la universidad, Kawakami comenzó a escribir y editar para NW-SF, una revista japonesa de ciencia ficción. Su primer relato corto, Sho-shimoku («Díptero»), apareció en NW-SF en 1980. También fue profesora de ciencias en una escuela secundaria y en un instituto, pero se convirtió en ama de casa cuando su marido tuvo que trasladarse por motivos de trabajo.

En 1994, a la edad de 36 años, Kawakami debutó como escritora de ficción literaria con una colección de relatos cortos titulada Kamisama (Dios). En 1996, Hebi wo fumi (Pisar una serpiente) ganó el Premio Akutagawa, uno de los galardones literarios más prestigiosos de Japón. Posteriormente se tradujo al inglés con el título Record of a Night Too Brief. Recibió el Premio Tanizaki en 2001 por su novela Sensei no kaban (El maletín o Tiempo extraño en Tokio), una historia de amor sobre la amistad y el romance entre una mujer de treinta años y su antiguo profesor, un hombre de setenta.

Hiromi Kawakami

Tras la catástrofe nuclear de Fukushima Daiichi, Kawakami reescribió su primer relato corto Kamisama («Dios»), manteniendo la trama original pero incorporando los acontecimientos de Fukushima a la historia.

En 2014 se estrenó en todo el país la película Nishino Yukihiko no Koi to Bōken, basada en la novela homónima de Kawakami de 2003 y protagonizada por Yutaka Takenouchi y Machiko Ono. Ese mismo año la novela de Kawakami, Suisei (水声), fue publicada por Bungeishunjū. Suisei ganó el 66º Premio Yomiuri en 2015, y el miembro del comité de selección Yōko Ogawa elogió el libro por ampliar el horizonte de la literatura.

En 2016 el libro de Kawakami Ōkina tori ni sarawarenai yō (大きな鳥にさらわれないよう), una colección de 14 relatos cortos publicada por Kodansha, ganó el 44º Premio Izumi Kyōka de Literatura.

Estilo de escritura

La obra de Kawakami explora la ambigüedad emocional describiendo los detalles íntimos de las interacciones sociales cotidianas. Muchas de sus historias incorporan elementos de fantasía y realismo mágico. Su obra ha suscitado comparaciones con Lewis Carroll y Banana Yoshimoto, y ha citado como influencias a Gabriel García Márquez y J. G. Ballard.

Sus obras han sido traducidas a más de 15 idiomas.

El cielo es azul la tierra blanca kawakami El estante literario
El cielo es azul, la tierra blanca es una de sus novelas más famosas.

Héctor Abad Faciolince, el escritor colombiano autor de El olvido que seremos, escribió una reseña sobre Kawakami en su sitio web llamada «Las cosas sencillas son melancólicas.» Léela acá.

Obras publicadas en español

  • El cielo es azul, la tierra blanca: Una historia de amor, (2001). (novela)
  • Algo que brilla como el mar, (2010).
  • Abandonarse a la pasión: Ocho relatos de amor y desamor, (2011).
  • El señor Nakano y las mujeres, (2012).
  • Vidas frágiles noches oscuras, (2015).
  • Amores imperfectos (Acantilado, 2016).

Premios y distinciones

  • 1996 Premio Akutagawa por «Hebi wo fumu» (Pisar una serpiente).
  • 2000 Premio de Literatura Itō Sei por «Oboreru».
  • 2000 Premio de la Mujer Escritora por Oboreru
  • 2001 Premio Tanizaki por Sensei no kaban
  • 2007 57º Premio MEXT de Literatura
  • 2012 Lista de finalistas del Premio Literario Man Asian por El maletín
  • 2014 Lista de finalistas del Independent Foreign Fiction Prize por Strange Weather in Tokyo (japonés; trans. Allison Markin Powell)
  • 2015 66º Premio Yomiuri por Suisei (水声)
  • 2016 44º Premio Izumi Kyōka de Literatura por Ōkina tori ni sarawarenai yō (大きな鳥にさらわれないよう)
  • 2019 Medalla con lazo púrpura

Mejores frases

La escritura sobria de Hiromi Kawakami deja ver una poética de los sencillo. Estas son algunas de sus mejores frases célebres.

¿Querrías iniciar conmigo una relación basada en el amor mutuo? – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

¿Cómo sería si papá estuviera? No tengo ni idea. Pero tú estuviste casada con él, deberías saberlo. Tu padre y mi marido eran dos personas muy distintas. – «Manazuru» (2006).

¿Has estado enamorado de mí durante todo este tiempo? -le pregunté. Él esbozó una tímida sonrisa. -Bueno, eso es imposible. La vida da muchas vueltas. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001).

Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si fuera una planta. Debes abonarlo y protegerlo de la nieve. Es muy importante tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño, deja que se marchite hasta que muera.
«El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

En noches como ésta, abro el maletín del maestro. En su interior no hay nada, sólo un vacío que se extiende. Un enorme espacio vacío que crece sin parar. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

(…) Me había atado tan fuerte que ni siquiera podía dar rienda suelta a la imaginación. Sólo había dolor. Nakazawa me miraba desde arriba con la misma expresión extraña de siempre. Cuando yo desviaba la vista, me decía: «mírame». – «Abandonarse a la pasión» (2011)

Siempre que iba al Bar Maeda con Takashi me sentía fuera de lugar. De fondo se oía música de jazz. La barra estaba limpia y reluciente y los vasos, impolutos. El ambiente olía ligeramente a tabaco. El murmullo de voces era prácticamente inaudible. No había nada que llamara la atención, y me sentía incómoda. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

Las casas que llevan años abandonadas no son más que espacios fríos y desoladores, pero si siguen deshabitadas durante más de diez años sufren el efecto contrario y parecen adquirir vida propia. La hiedra irrumpe a través de los cristales rotos de las ventanas. Gran parte de las hojas están secas y son marrones, pero bajo la hiedra mustia empiezan a asomar minúsculas y verdes hojas nuevas. – «Manazuru» (2006)

La humedad impregnaba todos los rincones. La tierra no era lo único que estaba empapado: las hojas de los árboles, la maleza, los hongos, los innumerables microbios que habitaban el subsuelo, los insectos que se arrastraban por la superficie, los bichos alados que volaban en el cielo, los pájaros que descansaban en las ramas y los animales más grandes del interior del bosque llenaban el ambiente de vida y de rebosante humedad. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

(…) Aquella noche bebimos cinco botellas de sake entre los dos. Pagó él. Otro día, volvimos a encontrarnos en la misma taberna y pagué yo. A partir del tercer día, pedíamos cuentas separadas y cada uno pagaba lo suyo. Desde entonces lo hicimos así. Supongo que no perdimos el contacto porque teníamos demasiadas cosas en común. No sólo nos gustaban los mismos aperitivos, sino que también estábamos de acuerdo en la distancia que dos personas deben mantener. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

Al darme cuenta de que teníamos los mismos gustos, me volví y él también me miró. Mientras intentaba recordar dónde había visto aquella cara, empezó a hablarme… Aun así, nunca había considerado a los demás personas de carne y hueso. No había caído en la cuenta que cada uno de ellos tenía su propia vida, llena de altibajos como la mía. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

Lo único que me llamó la atención desde el primer momento, fue su voz. No era muy grave, pero tenía un matiz profundo y vibrante. Al oír aquella voz, me fijé en el hombre del que procedía. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

(…) Mientras tanto, nuestros cuerpos se pegaron el uno al otro. Ya no podíamos separarnos. Pronto no fueron sólo los cuerpos, nuestros espíritus también se quedaron pegados. Hasta que, al final, no nos quedó otra salida que suicidarnos juntos. – «Abandonarse a la pasión» (2011)

No me siento cómoda cuando me dan la razón sin tenerla. Prefiero mil veces que me traten con justicia. – «El cielo es azul, la tierra blanca» (2001)

Aunque el restaurante estuviera cerca de la playa, se encontraba a unos diez metros de la orilla. Soplaba un fuerte viento. Sentía un poco de frío. Tenía el calor concentrado en el estómago y las extremidades heladas. «La sangre se acumula en la barriga», solía decir mi madre. A aquella hora, Momo debía de estar a punto de salir del colegio. Los viernes por la tarde sólo tenía una hora de clase. Momo se parece a su padre. Algunos días se parece a mí, mientras que en otros me recuerda más a él. – «Manazuru» (2006)

El otro día, Sakaki murió a los ochenta y siete años. Digo el otro día, pero ya ha pasado bastante tiempo. Ni siquiera sé en qué época estamos. (…) Puede que suene raro decirlo así, pero es la palabra que me parece más adecuada cuando pienso en nuestra relación. Con él, el placer no tenía nada que ver con lo que había experimentado hasta entonces. Por muchas veces que hiciéramos el amor, nunca teníamos suficiente. Teníamos que hacerlo cada vez más a menudo. Aunque ambos teníamos una edad en que las fuerzas empiezan a flaquear, no podíamos controlarnos. Sufríamos porque nos fallaban las fuerzas, pero nuestro deseo nunca se agotaba. A veces tenía la extraña sensación de estar poseída. -«Abandonarse a la pasión» (2011)

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